El premio Juan Gildemeister es, desde su creación en
el año 1917, el premio de tiro más importante que hay en el Perú. La ardua competencia, cuya final se disputa en
el transcurso de más de siete horas, se ve recompensada con un galardón
consagratorio que da a quien lo consigue una estupenda carta de presentación en
el mundo del tiro. Es natural que todo tirador con talento y aspiraciones ansíe
obtener este trofeo. Edwin Vásquez Cam lo obtuvo. Y a una edad escandalosa: únicamente
18 años.
Una vez más, el futuro campeón olímpico apeló al
secreto. Para el año de 1940, un tío suyo, el ingeniero Antonio Grutter, se
había inscrito en las eliminatorias de la competición. Diariamente iba a
realizar sus entrenamientos y siempre llevaba consigo a su sobrino Edwin, que
se mostraba en exceso entusiasta con la idea de acompañarlo. El muchacho,
aprovechando las circunstancias que su tío le ofrecía, realizaba los mismos
disparos que él y, no podía ser de otro modo, siempre obtenía mejor puntaje.
Fue así que se probó a sí mismo que estaba en condiciones de participar. Sin decírselo a nadie, también se inscribió en
las eliminatorias y siguió entrenándose duro bajo el pretexto de acompañar a su
tío.
Cuando llegó la fase de eliminatorias, Edwin se
clasificó sin problemas. Su corta edad y su baja estatura –apenas 1,59 m– se
disimularon bien frente a otros competidores de mayor experiencia. Solo
entonces se atrevió a confesarle a don Gonzalo, su padre, la verdad. Este no
hizo más que darle un abrazo de felicitación, a la vez que una serie de
consejos. La preocupación ahora era la ronda final. Las más de siete horas de
competencia ininterrumpida. ¿Estaría el joven Edwin preparado para ese reto?
Pues vaya que sí lo estaba. Con una gallardía que solo
poseen los verdaderos campeones, mostró su superioridad en las tres posiciones
que exigía la competición: de pie, de rodillas y tendido. Luego de una larga y
agotadora jornada, obtuvo 985 puntos con 120 balas, 14 puntos
más que Héctor Saettone, que quedó segundo. Así, con 18 años, Edwin Vásquez Cam se convirtió en el ganador más joven del Gildemeister.
Terminada la jornada, el general Armando Sologuren,
director de Tiro Nacional, quiso acercarse a felicitar al vencedor, pero por
alguna extraña razón se demoraba en hacerlo y solo miraba al grupo de tiradores
que ahí estaba. Fue tal la demora, que su ayudante tuvo que acercarse a preguntarle
el porqué. “Estoy esperando al ganador”, dijo él. De pronto, una voz tímida se
escuchó a su costado: “El ganador soy yo, mi General”. Era Edwin Vásquez, cuya
baja estatura se había perdido entre los competidores. El director vio al
muchacho y, para reivindicarse, pronunció unas palabras tan simpáticas como memorables: “Muy bien,
jovencito. Serás bajo de estatura, pero en el tiro eres un gigante”. Todos los
presentes estuvieron de acuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario